25.6.12

César Moro: Los labios de la bestia



CÉSAR MORO: Los labios de la bestia
 
Alfredo Quíspez Asín (1903-1956), nombre verdadero de César Moro, escribió Antonio es Dios a modo de exaltación amorosa. Yo lo leí en Efecto invernadero, una novela de Mario Bellatin inspirada en la vida del poeta y pintor surrealista. Nacido en Perú y radicado en Francia por algunos años, Moro produjo trabajos importantes bajo la estética del grupo que André Breton coordinaba y en Lima realizó, junto con Emilio Adolfo Westphalen, una serie de acciones significativas. Sucede a menudo que la poesía de un autor como éste no llegue con facilidad a Yucatán, y los sitios de Internet, suficientes para formar un dossier grueso, reproducen tenazmente los mismos contenidos. Tan sólo en quince minutos de cut & paste, se consiguen unas 50 páginas de trabajos duplicados y reduplicados, traducciones del francés al español y ensayos en pdf. Dejándome llevar por el ímpetu de la velocidad, junté una montaña de poemas. Reproduzco los mejores, los que no se alargan demasiado, los que de una sola leída me parecieron sorprendentes.

Bellatin menciona en Underwood portátil. Modelo 1915, y las minúsculas de la cita le pertenecen, que: «en (…) efecto invernadero, había trabajado, basándome en la vida y muerte de un poeta, césar moro, las relaciones que pueden establecerse entre belleza y muerte. En menos de ochenta páginas se debía asistir al retrato de un artista cuya vida transcurre bajo el sino de la tiranía de una madre que, en apariencia, muestra ante los demás una bondad absoluta. Eso, aunado a la oscura situación en medio de la cual había sido engendrado, debían ser capaces de crear una especie de atmósfera apropiada para que el protagonista, de nombre Antonio como uno de los personajes del poeta césar moro, tratara de establecer en su vida una estética y una moral propias, en que se demostrara que la belleza y la muerte debían ser las guías para todo ser humano superior.»

José Miguel Oviedo, en 1977, escribe en el número 5 de Inti, Revista de Literatura Hispánica: «Hablar de la poesía de Moro implica la cuestión del surrealismo, de la relación entre la doctrina y las disidencias, del complejo tránsito que desplaza los estilos entre Europa y América; con una complicación adicional en este caso: la mayor porción de su obra cae fuera del ámbito de la “literatura hispanoamericana” pues fue escrita en francés. Decisión significativa y radical: al optar por la “lengua materna” del surrealismo, Moro optó por una poética, una cultura y hasta por una patria espiritual internacionales. Sus detractores podían aludir despectivamente a él como un “poeta extranjero”, pero un error no menos grave puede ser el de seguir hablando de un “surrealismo peruano” a la cabeza del cual se coloca a Moro: el poeta no “aclimató” nada, vivió una experiencia humana singular que sólo tangencialmente tiene que ver con la literatura y menos con la literatura peruana. Su gesto tiene el absolutismo de la santidad, el crimen o la locura; participó de una gran mística, quizá la última de su tipo en el siglo XX, y esa adhesión no admite las limitaciones y parcelaciones —nacionales, de género, de cánones— con las que habitualmente se definen los fenómenos literarios. Mejor aún: la presencia de Moro supone la negación de aquéllas. Tiene razón el título de uno de sus poemas: la vida escandalosa de César Moro.»

Antonio es Dios, una estupenda sucesión de hipérboles, va dirigido a un oficial mexicano. El 18 de junio de 1939, más o menos por esa época, Moro compone una carta fervorosa al mismo destinatario. Al conjunto añadimos dos textos de La tortuga ecuestre y otros poemas (1958), libro publicado en forma póstuma gracias a la iniciativa de André Coyné, albacea literario del autor. En una entrevista al diario La República, Coyné declara que «Moro tuvo muchos amores ocasionales en Lima, y algunos duraron más. Cuando llegué aquí tuvo amores conmigo. Creo que he sido el único de su mundo que llegó a ser su amante, porque él buscaba más bien gente del pueblo, sobre todo uniformados, militares.» Ahora pasemos a lo verdaderamente insólito.

–Christian Núñez
***
ANTONIO es Dios
ANTONIO es el Sol
ANTONIO puede destruir el mundo en un instante
ANTONIO hace caer la lluvia
ANTONIO puede hacer oscuro el día o luminosa la noche
ANTONIO es el origen de la Vía Láctea
ANTONIO tiene pies de constelaciones
ANTONIO tiene aliento de estrella fugaz y de noche oscura
ANTONIO es el nombre genérico de los cuerpos celestes
ANTONIO es una planta carnívora con ojos de diamante
ANTONIO puede crear continentes si escupe sobre el mar
ANTONIO hace dormir el mundo cuando cierra los ojos
ANTONIO es una montaña transparente
ANTONIO es la caída de las hojas y el nacimiento del día
ANTONIO es el nombre escrito con letras de fuego sobre todos los planetas
ANTONIO es el Diluvio
ANTONIO es la época Megalítica del Mundo
ANTONIO es el fuego interno de la Tierra
ANTONIO es el corazón del mineral desconocido
ANTONIO fecunda las estrellas
ANTONIO es el Faraón el Emperador el Inca
ANTONIO nace de la Noche
ANTONIO es venerado por los astros
ANTONIO es más bello que los colosos de Memmón en Tebas
ANTONIO es siete veces más grande que el Coloso de Rodas
ANTONIO ocupa toda la historia del mundo
ANTONIO sobrepasa en majestad el espectáculo grandioso del mar enfurecido
ANTONIO es toda la Dinastía de los Ptolomeos
México crece alrededor de ANTONIO
***  

Carta a Antonio
Te quiero con tu gran crueldad, porque apareces en medio
de mi sueño y me levantas y como un dios, como un auténtico dios,
como el único y verdadero, con la injusticia de los dioses, todo negro dios nocturno, todo de obsidiana con tu cabeza de diamante, como un potro salvaje, con tus manos salvajes y tus pies de oro que sostienen tu cuerpo negro, me arrastras y me arrojas al mar de las torturas y de las suposiciones.
Nada existe fuera de ti, sólo el silencio y el espacio. Pero tú eres
el espacio y la noche, el aire y el agua que bebo, el silencioso veneno y el volcán en cuyo abismo caí hace tiempo, hace siglos, desde antes de nacer, para que de los cabellos me arrastres hasta mi muerte.
Inútilmente me debato, inútilmente pregunto. Los dioses son mudos;
como un muro que se aleja, así respondes a mis preguntas, a la sed
quemante de mi vida.
¿Para qué resistir a tu poder? Para qué luchar con tu fuerza de
rayo, contra tus brazos de torrente; si así ha de ser, si eres el punto,
el polo que imanta mi vida.
Tu historia es la historia del hombre. El gran drama en que mi existencia es el zarzal ardiendo, el objeto de tu venganza cósmica, de tu rencor de acero.
Todo sexo y todo fuego, así eres. Todo hielo y todo sombra, así eres:
hermoso demonio de la noche, tigre implacable de testículos de estrella,
gran tigre negro de semen inagotable de nubes inundando el mundo.
Guárdame junto a ti, cerca de tu ombligo en que principia el aire;
cerca de tus axilas donde se acaba el aire. Cerca de tus pies y cerca de
tus manos. Guárdame junto a ti.
Seré tu sombra y el agua de tu sed, con ojos; en tu sueño seré aquel
punto luminoso que se agranda y lo convierte todo en lumbre; en tu
lecho al dormir oirás como un murmullo y un calor a tus pies se anudará
e irá subiendo y lentamente se apoderará de tus miembros y un gran descanso tomará tu cuerpo y al extender tu mano sentirás un cuerpo extraño, helado: seré yo. Me llevas en tu sangre y en tu aliento, nada podrá borrarme.
Es inútil tu fuerza para ahuyentarme, tu rabia es menos fuerte
que mi amor; ya tú y yo unidos para siempre, a pesar tuyo, vamos juntos.
En el placer que tomas lejos de mí hay un sollozo y tu nombre.
Frente a tus ojos el fuego inextinguible.
*** 

El mundo ilustrado  
Igual que tu ventana que no existe
Como una sombra de mano en un instrumento fantasma
Igual que las venas y el recorrido intenso de tu sangre
Con la misma igualdad con la continuidad preciosa que
me asegura idealmente tu existencia
A una distancia
A la distancia
A pesar de la distancia
Con tu frente y tu rostro
Y toda tu presencia sin cerrar los ojos
Y el paisaje que brota de tu presencia cuando la ciudad no
era no podía ser sino el reflejo inútil de tu presencia de hecatombe
Para mejor mojar las plumas de las aves
Cae esta lluvia de muy alto
Y me encierra dentro de ti a mí solo
Dentro y lejos de ti
Como un camino que se pierde en otro continente
***  

El fuego y la poesía / IV

El agua lenta el camino lento los accidentes lentos
Una caída suspendida en el aire el viento lento
El paso lento del tiempo lento
La noche no termina y el amor se hace lento
Las piernas se cruzan y se anudan lentas para echar raíces
La cabeza cae los brazos se levantan
El cielo de la cama la sombra cae lenta
Tu cuerpo moreno como una catarata cae lento
En el abismo
Giramos lentamente por el aire caliente del cuarto caldeado
Las mariposas nocturnas parecen grandes carneros
Ahora sería fácil destrozarnos lentamente
Arrancarnos los miembros beber la sangre lentamente
Tu cabeza gira tus piernas me envuelven
Tus axilas brillan en la noche con todos sus pelos
Tus piernas desnudas
En el ángulo preciso
El olor de tus piernas
La lentitud de percepción
El alcohol lentamente me levanta
El alcohol que brota de tus ojos y que más tarde
Hará crecer tu sombra
Mesándome el cabello lentamente subo
Hasta tus labios de bestia.
  [Imagen: Bear Trap, Luke Chue]