16.8.13

Sobre la muerte de los patos



 Sobre la muerte de los patos

A veces, los fines de semana, sin planes por delante, te dirigías directamente a Bellas Artes y cruzabas a la Gandhi, preguntabas por dos o tres libros transcurrida una hora, cuando ya habías revisado varias secciones, podía ser una biografía de Alexander McQueen o el Dalai Lama, o cualquier otro título excéntrico y poco leído, que acaso jamás llegó a distribuirse en México, y en el fondo, según tú, de eso se trataba, de buscar lo imposible, de cada vez ir más en busca de lo imposible y acercarse a lo imposible al final de la escalera, y esa tarde recorrías la sección de películas al final de la escalera, localizaste dos o tres que ya habías visto anteriormente bajo situaciones emocionales complicadas, y se te ocurrió preguntar por un libro, El pato y la muerte, de Wolf Erlbruch, un ilustrador/escritor alemán de rostro angustiado cuya historia gira en torno a la relación de un joven pato y una muerte vieja, sus diálogos tiernos y malignamente inocentes entre gráficos austeros, le explicabas a la encargada de sección, quien preguntó si era para ti o para alguien más, viéndote de arriba abajo por tratarse de una obra infantil, claro que es para mí, le dijiste sonriendo, démelo ya, y no lo abriste sino varios días después, con tal de concentrar el deseo de hojearlo, la extraña relación entre el papel y los dedos podría ser tema de largas disertaciones, pensabas, básicamente no querías abrirlo y, simultáneamente, deseabas abrirlo y detener el tiempo, romper el empaque de plástico, darle vueltas al tiempo y evitar su colapso, es el tema de siempre, la muerte, los relojes, la efímera belleza de las cosas materiales, algo de eso ya se desarrolla en El principito de Antoine de Saint-Exupéry, está presente en La historia del señor Sommer de Patrick Süskind y en las historietas de Liniers, sentirse frágil es una cosa y ahogarse otra, razonabas, platicar con la muerte es distinto a dejarse matar por ella, o ignorar que ha venido por uno, y es triste hacerle plática porque estamos solos, en un estanque, cuando la muerte es incluso una solitaria de tiempo completo, sin estanque, le decías a la encargada de sección, y en un momento de calma aparente pudiste haberle preguntado si tenía hijos, si había hablado con ellos sobre la muerte y los patos, o acerca de los grandes misterios, una conversación seria, casi un monólogo, a punto de ir a la caja y pagar.

–Christian Núñez



El pato y la muerte
Wolf Erlbruch
Barbara Fiore Editora / Colofón, 2012

Publicado originalmente en Origama [15.04.2013]