22.1.18

black mirror_instantáneas del futuro



La serie creada por Charlie Brooker
estrena su cuarta iteración.

1. En La instancia de la letra en el inconsciente, Lacan señala que el paciente expresa sus síntomas a través de un código simbólico. Al terapeuta le corresponde estructurar las cadenas de palabras, atribuir un orden sintáctico, entrever la parte oculta del iceberg. Para acceder a la verdad, para encontrarse a uno mismo, primero es necesario sumergirse. Durante el proceso aparecerán metáforas y metonimias: el inconsciente usa las figuras retóricas como un disfraz. Oculto en el lenguaje, condensa y desplaza signos, genera símbolos. Quien haya visto Mulholland Drive (David Lynch, 2001) podrá reconocer esta función. Cuando Rita y Betty llegan al Club Silencio, un maestro de ceremonias les dice que asistirán a un simulacro. Son invitadas al teatro de su propio inconsciente. Luego, una misteriosa cajita azul se abre para transportarlas a otra dimensión.

2. Black Mirror es, precisamente, la otra dimensión, el espejo que nos vomita imágenes deformes, futuros incómodos con selfies de pesadilla. La serie creada por Charlie Brooker disecciona la maquinaria que pone en movimiento al monstruo, sus fecundos tentáculos, las zonas inciertas donde la tecnología suele volverse aterradora. Cada uno de sus capítulos explora un malestar, una fobia, un miedo. Donde Foucault veía un panóptico, Black Mirror coloca una interfaz de usuario capaz de hundirnos en la paranoia. Si anteriormente la figura del vigilante era externa, y podíamos reconocer dos campos de acción, ahora hemos internalizado al guardián: ya no hay adentro y afuera, sino ambas condiciones simultáneas. Somos los gatos de Schrödinger a la espera del próximo experimento. A pig in a cage on antibiotics, como dijera Thom Yorke.

3. En La sociedad del cansancio, Byung-Chul Han afirma que la sociedad disciplinaria de Foucault, «compuesta de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas ha sido sustituida por otra de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos. La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad del rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman a sí mismos sujetos de obediencia, sino sujetos de rendimiento. Estos sujetos son emprendedores de sí mismos. […] El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación. Esta es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad. El explotador es al mismo tiempo el explotado. Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse.»





4. Los seis capítulos que integran la cuarta temporada de Black Mirror captan momentos donde la esclavitud tecnológica es tan ambigua como perversa. Abundan situaciones mindfuck, y la ruleta de adrenalina nos obliga a sufrir por gusto, a reflejarnos en dramas ajenos bajo el hipnótico loop de los ordenadores. Sus historias elevan la presión arterial y, aunque por momentos parecen fábulas hábilmente diseñadas para destruir ídolos o ridiculizar trastornos mentales, pocas veces decepcionan. «Yo no diría que Black Mirror intenta lanzar advertencias sobre la época. Usaría más bien el término inquietud. Desde que escribí esta nueva temporada, pasaron muchas cosas. Por suerte, no hago ningún comentario directo sobre lo que sucede en el mundo. Pienso que los eventos se introducen en mí de forma más bien inconsciente», afirma Brooker [Los Inrockuptibles, 02.01.2017].

5. Cada fragmento del espejo se añade para formar una cadena sólida, un tecnopaisaje de la ruina humana. USS Callister rinde tributo a Star Trek bajo la óptica de un programador vengativo que realiza clones digitales de sus empleados. Arkangel, episodio dirigido por Jodie Foster, recurre al drama realista: una madre helicóptero vigila obsesivamente a su hija después de insertarle un microchip en el cerebro. Crocodile acude al noir a través de una historia sobre un asesinato que involucra a una exitosa arquitecta y un dispositivo rastreador de recuerdos. Hang the DJ, una sátira sobre las citas románticas a través de aplicaciones móviles, no pierde el tono. David Slade dirige Metalhead, la impactante cacería de un perro robótico en blanco y negro. La ronda cierra con Black Museum, una sombría ficción salpicada de referencias a capítulos previos de la saga.

6. Luciano Concheiro, en Contra el tiempo: «Alguien—creo que fue Nietzsche, aunque poco importa si fue él o no—instó a los filósofos a convertirse en psicólogos de su época. Hoy, todo aquel que pretenda comprender al sujeto contemporáneo debe hacer suyo este llamado. La solución, si se quiere captar algo de lo que nos sucede internamente, está en aventurarse a diagnosticar los trastornos mentales colectivos.» Black Mirror lo hace de forma brutal.


Black Mirror, Temporada 4
  Charlie Brooker
Disponible en Netflix